Al fin pude terminarlo. Con un poco de ayuda, pero lo hice. Después de pensar que no podría, que no lo haría, salió bien la cosa. Las lágrimas son testigo de algunos de los intentos donde pensé que sería imposible, pero ya no más.
Aprendí muchísimo, y viendo todo en retrospectiva, creo que se construyó más con el camino, con el transcurso de la reconstrucción, que con lo que logré.
El resultado de mi logro demuestra que no era imposible, y que cada vez que quiera, podré. ¡Nadie dijo que será automático, pero coño, es posible y sé que una de quien podía hacerlo era yo.!
Siento una brisa en la cara, un sonido de “broche de oro” en el aire. Siento un espaldarazo de la vida, en la misma intensidad que los gritos de ánimo a lo largo del camino.
Siento una brisa en la cara, un sonido de “broche de oro” en el aire. Siento un espaldarazo de la vida, en la misma intensidad que los gritos de ánimo a lo largo del camino.
Siento que aparte de ganar, he perdido cosas en el camino; y a veces siento que no las perdí, sino que se transformaron en algo más parecido a lo que soy, a lo que necesito.
La conciencia de lo que aprendí me brinda la posibilidad de ayudar a otros que tengan a las lágrimas como testigo en este momento. Estoy tan contenta, que estoy haciendo algo que no hacía desde niña: Dejar que el aire puro, alimente mis pulmones.